viernes, 3 de octubre de 2014

Serra era el hombre fuerte de los colectivos (paramilitares armados) chavistas


El diputado Robert Serra, asesinado en su casa de Caracas con más de 30 puñaladas, era una joven estrella en ascenso dentro del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), donde muchos consideraban que podría llegar a convertirse en muy poco tiempo en uno de los principales dirigentes del movimiento revolucionario.

Pero Serra, de apenas 27 años, también era uno de los dirigentes más polémicos del chavismo. Su base de poder consistía en sus vínculos con los violentos grupos paramilitares conocidos en Venezuela como colectivos y el denominado Frente Francisco de Miranda, agrupación conformada en gran medida por jóvenes revolucionarios adoctrinados por Cuba.
Las razones detrás de su asesinato eran el jueves un misterio para los venezolanos, que seguían esperando por anuncios de las autoridades.

Hasta el momento, los únicos detalles de la investigación han sido presentados por el ministro de Relaciones Interiores, Miguel Rodríguez Torres, quien prometió justicia para Serra y su compañera, María Herrera, asesinada junto con él.

“Robert Serra fue un líder importante de la juventud del PSUV, visiblemente comprometido con el proceso revolucionario y con el comandante (Hugo) Chávez y sin duda su muerte obedeció a una macabra encomienda”, aseguró Rodríguez Torres en una conferencia de prensa.

“Inferimos que no se trata de un hecho azaroso cometido por la delincuencia común. Estamos en presencia de un homicidio intencional, planificado y ejecutado con gran precisión […] Señala todo que es un homicidio, organizado, planificado al detalle, y con mucha técnica”, agregó.

El ministro también informó que Serra fue asesinado con un arma blanca en un transcurso de tiempo de entre 15 y 20 minutos dentro de su residencia, en la popular parroquia de La Pastora.

Una fuente policial cercana a la investigación dijo que una de las hipótesis que cobra más fuerza es la de que Serra fue víctima de un crimen pasional.

Pero ya el jueves los altos dirigentes del chavismo maniobraban para convencer a sus seguidores que la oposición de alguna manera estaba involucrada en el asesinato.

“Así actúa el fascismo, a él fueron a asesinarlo”, dijo el presidente de la Asamblea Nacional (AN), Diosdado Cabello, durante una ceremonia realizada en una capilla ardiente para honrar a Serra.

“Hay que ser bien miserable para hacer lo que les hicieron, a los señores de la derecha les digo que no nos hacen falta sus condolencias”, señaló.

El asesinato dominó el jueves la atención de los venezolanos, quienes discutían en las redes sociales los curiosos detalles del crimen, incluyendo la súbita desaparición de los guardaespaldas del joven diputado y versiones de que las puertas no habían sido forzadas.

Las discusiones también se centraban en el asesinato en el 2012 de uno de los guardaespaldas de Serra, Alexis Barreto Venezuela, quien fue encontrado bocabajo con un tiro en la nuca, sin que le robaran su arma de fuego y su cartera.

La madre de la víctima, Irene Venezuela, siempre pensó que Serra era el asesino de su hijo.

“Para mí, el que mató a mi hijo está dentro de la Asamblea Nacional. Yo como madre siento que la gente que trabajaba con él está metida en ese caso. ¿Por qué si el diputado es inocente no ha dado la cara?”,dijo Irene Venezuela, en declaraciones publicadas en abril del 2013 por el diario El Nacional.

Los vínculos de Serra con temidos grupos como los colectivos La Piedrita, Los Tupamaros y Alexis Vive, le daban un aura de peligrosidad que inquietaba a muchas personas que tenían algún tipo de relación con él.

La Piedrita fue duramente criticada tras la publicación de fotos tomadas en el popular barrio del 23 de Enero, en la que integrantes del colectivo posaban junto con niños portando rifles de asalto.

“El se acercó muchísimo a los colectivos. El intentó mediar en el conflicto existente entre Los Tupamaros y La Piedrita. Ese es un conflicto armado entre bandas que dejó varios muertos. Y él medió allí bastante y era una persona muy cercana a [Valentín] Santana, que es el líder de La Piedrita, como de Oswaldo Jiménez, el presidente de los Tupamaros”, explicó el analista político Helly Angel.

Angel, quien ahora vive en el sur de Florida, dijo que Serra era un joven de temperamento muy agresivo, que tendía a ofender y a entrar fácilmente en las peleas verbales.

“El fue un muchacho muy controversial, muy problemático, incluso dentro de su propio núcleo familiar, con muchos conflictos y enfrentamientos, incluso entre sus propios familiares”, comentó Angel, quien dijo haber sido presentado una vez a Serra por uno de sus familiares.

“Era un muchacho castrista, muy admirador de Fidel Castro, seguidor de la revolución cubana”, manifestó.

Cuando fue estudiante en la Universidad Católica Andrés Bello, Serra tuvo muy pocos amigos y trató en vano de instaurar una célula chavista en la casa de estudios, en la que asisten principalmente estudiantes de clase media de raíces conservadoras.

Pero en los últimos tiempos Serra había sido designado para una labor muy especial, en el marco de los deseos del régimen de Nicolás Maduro de lanzar candidatos muy jóvenes para las elecciones parlamentarias del próximo año.

El ex asesor del Ministerio de Interior y Justicia de Venezuela, Anthony Daquin, dijo que Serra había sido encargado de preparar a un grupo joven de dirigentes políticos para que pudieran salir a competir por puestos en la Asamblea.

Esa designación estaba generando incomodidad entre otros grupos rivales internos que consideraban que Serra estaba acumulando demasiado poder dentro de la organización.

Otro tema de preocupación dentro de sectores rivales del chavismo era el control que Serra ejercía sobre Alexis Vive Carajo, el colectivo que obtiene los mayores recursos financieros.

“Alexis Vive es la cara del Frente Francisco de Miranda y maneja una cuota económica demasiado grande y Robert Serra pasó a ser un muchacho que de la nada pasó a tener una cuota de poder sumamente grande, y eso le estaba generando problemas”, aseguró Daquín.


Fuente: El Nuevo Herald