martes, 30 de diciembre de 2014

Agentes de inteligencia venezolanos operan bandas de secuestro y extorsión



Lo habían hecho bajar del apartamento bajo engaño y ahora se encontraba con los ojos vendados dentro de una camioneta que transitaba de noche por las calles de Caracas. “¿Es un secuestro?... ¿Me van a matar?”, preguntó el asustado joven a los hombres que le habían obligado a subir al vehículo a punta de pistola.

“Depende”, le contestó uno de ellos “Colaboras, y nada te va a pasar”.

El relato forma parte del testimonio escrito a mano por José Daniel Stekman Lugo, quien fue interceptado a mediados de agosto del 2013 por cuatro hombres que luego lo torturaron para obligarlo a confesar dónde estaban el el dinero y los autos de su tío. Pero sus agresores no eran delincuentes comunes sino agentes de la Dirección General de Contrainteligencia Militar de Venezuela (DGCIM).

“Este es un modus operandi muy común”, explicó Anthony Daquín, ex asesor del Ministerio de Interior y de Justicia de Venezuela. “Efectivos de la Dirección de Contrainteligencia Militar y del Sebin [Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional] operan estas bandas de secuestro y extorsión”.

Sus víctimas son los acusados por las cortes chavistas de cometer algún delito y los secuestros son perpetrados por los mismos agentes de los organismos, normalmente dos o tres días antes de que sean entregados a orden de los fiscales para ser procesados.

El objetivo es sacarles a las víctimas la mayor cantidad posible de dinero y propiedades, frecuentemente bajo tortura, antes de que sean entregadas a la justicia chavista.

Stekman fue secuestrado durante la gestión de Hugo Carvajal, el retirado general chavista que enfrenta al menos seis procesos judiciales distintos en Estados Unidos por su presunta participación en operaciones del narcotráfico, incluyendo el presunto envío de 5.6 toneladas de cocaína encontradas en México dentro de un avión DC-9 que partió de Venezuela en el 2006.

Expertos dijeron que las operaciones de secuestro y extorsión perpetradas por agentes de la DGCIM aumentaron durante los ocho años en que la institución fue dirigida por Carvajal, quien además fue incluido en la lista de sanciones del Departamento del Tesoro por apoyar a la guerrilla colombiana en sus actividades de narcotráfico.

Stekman, quien está preso bajo cargos de haber cometido irregularidades en la tramitación de divisas, dijo en su testimonio haber sido sometido a repetidas golpizas por parte de sus captores, quienes estaban interesados en que confesara dónde estaban los dólares, vehículos y propiedades de bienes raíces de su tío, el teniente coronel Francisco Navas Lugo, un ex gerente de la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi) acusado de prácticas de corrupción.

Los golpes y las patadas, propinados en una “casa segura” mientras Stekman seguía vendado, fueron acompañados con repetidas amenazas de muerte. “Colabora porque si no te vamos a matar”, le gritaban, según el testimonio escrito.

En otras ocasiones amenazaban con hacerle daño a su familia.

“Ahora te voy a joder, me voy a violar a tu esposa para que respetes”, le dijo uno de sus agresores cuando se percató que Stekman había logrado hacer una llamada a sus familiares con un teléfono celular que tenía escondido.

Después los agresores esposaron a Stekman a la baranda de una escalera, sin que pudiera pararse o sentarse. También le metieron un trapo en la boca para mantenerlo en silencio.

Al día siguiente las golpizas continuaron, incluyendo golpes en la cabeza con la cacha de una pistola.

Al final, cuando sus agresores se convencieron de que no iba a hablar, lo trasladaron a otro lugar para finalmente ser procesado judicialmente.

El caso de Stekman es similar al del capitán retirado de la Guardia Nacional, Juan Carlos Nieto, quien también se encuentra encarcelado en Venezuela.

Nieto, cuyo caso fue calificado de arbitrario por un comité del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, fue interceptado por agentes de la DGCIM en abril de este año cuando se encontraba con su esposa e hija en el centro comercial Plaza Las Américas de Caracas.

Pero en vez de ser entregado a las autoridades para su procesamiento, bajo los cargos que posteriormente le presentaron de que estaba vinculado con un presunto complot contra el régimen de Nicolás Maduro, los agentes lo torturaron para obligar a sus familiares a pagar rescate.

Según el testimonio que posteriormente brindó Nieto a las autoridades, el capitán retirado fue sometido por tres agentes a más de 30 horas de tortura, que incluyeron brutales golpizas.

La agresión le provocó un “traumatismo cráneo encefálico severo” entre otras graves lesiones, según se lee en un informe médico del Hospital Militar, donde estuvo internado.

Los golpes eran acompañados por descargas eléctricas. En otras ocasiones, le amarraron una bolsa plástica en la cabeza, lo tumbaban al piso mientras uno de sus torturadores se le montaba encima para ejercer presión sobre el pecho, dijo relató Nieto en el testimonio que brindó posteriormente.

Cuando los torturadores querían descansar, fumaban cigarrillos que luego apagaban sobre el cuerpo de la víctima, relató el hermano del capitán retirado, Javier Nieto.

Horas después del secuestro, la esposa del ex capitán, Betzaida, recibió una llamada en la que le decían que Juan Carlos estaba secuestrado y que debía pagar una recompensa si lo quería volver a ver con vida.

Del otro lado de la línea, escuchó fuertes golpes y gemidos. Y repentinamente una voz, la de su esposo, que le pedía a gritos que entregara el dinero que estaban exigiendo.

Posteriormente, cuando los captores comenzaron a darse cuenta que se les agotaba el tiempo, Nieto fue entregado a un puesto de la Guardia Nacional.

Pero estuvo a punto de morir, dijo su hermano Javier a el Nuevo Herald.

“El [Juan Carlos] me contó ese mismo día que logré hablar con él que si la tortura duraba dos horas más, él estaba seguro de que se moría”, relató Javier.

Fuente: El Nuevo Herald