viernes, 16 de mayo de 2014

CONTAMINACIÓN DE LA ESCENA DEL CRIMEN: ERRORES MÁS COMUNES



Con la popularidad de series y películas sobre investigación criminal, el público pudo conocer en detalle el trabajo de la policía científica y la importancia que tiene el análisis minucioso de la escena del crimen. Es tan sensible el escenario de cada caso, que cualquier variable podría alterar radicalmente el resultado final. Un tratamiento inapropiado del lugar por parte de los testigos del hecho o de las fuerzas policiales primeras en arribar podría no sólo borrar evidencia, sino también alterar la misma de manera tal de crear pistas o pruebas erróneas que conduzcan al detective por un camino falso. Es sabido que en estos casos el tiempo vale oro y esa bifurcación desgraciada podría arruinar el trabajo completo.

Es tan así que a la contaminación de la escena del delito se la considera el “talón de Aquiles” del sistema judicial y policial. No hay que perder de vista que el objetivo de la investigación posterior es interpretar correctamente los hechos, reconstruir lo ocurrido y comprender lo que sucedió.

ERRORES MÁS FRECUENTES

La principal causa de alteración se da con el arribo a la escena del crimen de personas ajenas al episodio desencadenante. Léase bomberos, enfermeros, familiares, curiosos, periodistas, fotógrafos, entre otros. Imaginen qué ocurre si los peritos encuentran e investigan una huella que resulta ser de un vecino que se metió donde no debía.

A causa de el carácter efímero y frágil de esos vestigios, su fiabilidad y la preservación de su integridad física dependen en gran parte de las primeras medidas que se adopten en la escena del incidente.

La alteración del escenario no siempre ocurre por un desprevenido que arriba al lugar y toca lo que no debe, también sucede por el descuido o negligencia de los entes encargados de preservar la integridad del lugar. De igual modo, tampoco se puede negar que en ocasiones estas acciones sean realizadas adrede y aquí es cuando entra en juego la tristemente famosa corrupción policial.

Entre las causas existe una estructural, sobre todo presente en los países llamados del “tercer mundo”. En estas regiones suelen escasear los peritos científicos y esto puede generar su demora en llegar al lugar. Claro que esto se resolvería con un correcto acordonamiento, pero entre la pereza de ciertos oficiales y los curiosos de turno, no siempre se lo hace eficientemente.

En el sentido estructural, también puede influir la falta de un perito avezado en un área en particular, por lo cual la policía científica termina realizando múltiples tareas, algunas de ellas para las cuales no están particularmente entrenados.

CUIDADOS NECESARIOS

Para preservar la escena del crimen y evitar que se distorsione la investigación hay tres aspectos fundamentales:

1. Documentar los indicios mediante fotografías, croquis y escritos. Así, los peritos permiten que los fiscales y jueces que no pudieron asistir a la escena puedan reconstruir virtualmente la misma para realizar su trabajo.

2. Asegurar los indicios recolectados –que no se contaminen–. Esto es fundamental porque los mismos también se pueden contaminar camino al establecimiento policial o al juzgado, o cuando se manipulan en el laboratorio las pruebas. Varias veces las investigaciones se echan a perder en estos ámbitos.

3. Medir todo lo hallado en la escena: el alma mater posterior del trabajo detectivesco y fiscal.

Estas tres etapas se conocen en criminalística como la “cadena de custodia”.

Es tan importante la conservación de la escena del suceso y la recolección de evidencia física que los policías suelen concurrir a cursos sobre el tema. Y en algunos países ya existe o se prevé una pronta aplicación de sanciones penales para quienes contaminen el lugar del hecho.

Como dijo Paul Kirk en el libro Crime Investigation (1953): “Allá por donde pise, todo lo que toque, todo lo que deje tras su paso, aun inconscientemente, servirá de prueba silenciosa contra él. No sólo sus huellas dactilares o las huellas de sus pisadas, sino también su cabello, la fibra de sus prendas de vestir, el vidrio que rompa, las marcas de las herramientas que utilice, los rasguños en la pintura, la sangre o el semen que deje o recoja, todos estos elementos, entre otros, serán testigos mudos contra él. Son pruebas que no olvidan. No se dejan confundir por la emoción del momento. Aunque no haya testigos humanos, ellas están ahí. Son pruebas concretas. Las pruebas materiales no pueden equivocarse ni pueden prestar falso testimonio, no pueden estar totalmente ausentes. Sólo su interpretación puede ser errónea. Sólo el hecho de que el ser humano no las encuentre, las estudie y las interprete debidamente puede mermar su valor”.

CONSECUENCIAS

La primera de las consecuencias de una escena contaminada es la desaparición o alteración de las pistas o pruebas. Como se mencionó al comienzo, una pista falsa conduce a una investigación errónea y el tiempo invertido en esa línea puede ser crucial al punto de condenar la pesquisa completa.

Si la prueba está viciada –alterada– no servirá en juicio y aunque se halle a un culpable, este podría quedar en libertad por falta de mérito. Por eso se menciona que lo encontrado en la escena del crimen es fundamental tanto para los detectives como para el sistema judicial, personificado en abogados, peritos, fiscales y jueces.

Así que si alguna vez te toca estar en una escena criminal, ya sabes que no tienes que tocar ni permitir que nadie toque nada hasta que arriben los expertos en el tema. Y si de casualidad tienes la famosa cinta amarilla, úsala también.

Fuente: Discovery